Conocido como “el perro pelón mexicano”, el xoloitzcuintle es la única raza de perro prehispánica que ha conservado su identidad hasta nuestros días. Su nombre proviene del náhuatl xólotl (extraño, deforme, esclavo, bufón) y de la palabra itzcuintli (perro).
Inseparables compañeros del hombre, eran los encargados de transportar el espíritu de los muertos hasta el Mictlán. Los nahuas creían que al llegar al río del inframundo, el espíritu encontraba a su perro y montaba sobre su lomo para atravesar el camino conocido como Itzcuintlán. Por esta razón en la mayoría de los sitios arqueológicos de México abundan los restos óseos de estos perros.
Fray Bernardino de Sahagún afirmaba que los xoloitzcuintlis no eran calvos por genética: “Criaban en estas tierras unos perros sin pelo ninguno, lampiños. [...] De noche abrigábanlos con mantas para dormir. Estos perros no nacen así sino que de pequeños los untan con una resina que llaman óxitli y con eso se les cae el pelo quedando el cuerpo muy liso”57.