Originaria de Veracruz, Carmen Ramírez Degollado (1940) es un modelo de compromiso y amor por la cocina. Nombrada —junto con Patricia Quintana— “Matriarca del sabor mexicano” por The New York Times.40
“Titita”, como la llaman sus amigos, nunca pensó en dedicarse profesionalmente a la cocina. Su acercamiento con el negocio restaurantero sucedió cuando su esposo, Raúl Ramírez, inauguró El Bajío, en 1972, en donde ofrecían carnitas y barbacoa.
A la muerte de don Raúl, tuvo que hacerse cargo del negocio, en el que pronto se involucraron sus cinco hijos. Actualmente, es cabeza de uno de los restaurantes más representativos de México a nivel mundial, al frente de “las mayoras”, un grupo de cocineras que en sus manos resguardan la tradición culinaria de las abuelas.
La cocina del Bajío representó para Titita una oportunidad de rescatar las recetas heredadas de su familia. Delicias veracruzanas como las gorditas de anís o los tamales papantecos fueron incluidos en el menú y con el tiempo a estos platillos se han unido recetas familiares de otras regiones del país con la misión de preservar el sabor auténtico de la cocina mexicana.
Con 18 sucursales en la Ciudad de México, El Bajío ha logrado convertirse en un grupo de restaurantes, primeros en el género de comida tradicional, que mantiene la misma filosofía y sazón en cada una de sus filiales.
Conocido como “El hombre que construyó México”, a Pedro Ramírez Vázquez (Ciudad de México, 1919–2013) se le deben algunos de los edificios indispensables en el panorama urbano de la Ciudad de México.
Como precursor de la corriente que buscaba transformar la revolución armada en una revolución social a través de programas de gobierno, dedicó sus siete décadas de ejercicio profesional a construir los muros que resguardan a los grandes epicentros de la cultura, la política, el deporte y la religión en el país.
Entre las obras de Ramírez Vázquez se cuentan: el Museo del Templo Mayor, el Museo Nacional de Antropología e Historia, el Museo Nacional de Arte Moderno, el Estadio Azteca, la Basílica de Santa María de Guadalupe —en colaboración con Gabriel Chávez de la Mora y José Luis Benlliure— y el Palacio Legislativo de San Lázaro, sede oficial de la Cámara de Diputados.
Internacionalmente intervino en la construcción del Museo de las Culturas Negras, en Dakar, Senegal; la Casa Presidencial de Costa Rica; edificios gubernamentales en la capital de Tanzania, Dodoma; el Museo de Nubia, en Aswan, Egipto; las oficinas y el museo del Comité Olímpico Internacional en Suiza; y el Pabellón de México en las exposiciones de Sevilla, Bruselas, Seattle y Nueva York.
Fue presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México en 1968 y ganador del Premio Nacional de Bellas Artes en 1973.
Si deseamos el progreso armónico de nuestra patria debemos estimular tanto la investigación aplicada a fines inmediatos como la investigación en las ciencias fundamentales.41
Manuel Sandoval Vallarta
Manuel Sandoval Vallarta (1899–1977), pionero de la física latinoamericana, fue autor de varios estudios sobre métodos matemáticos, mecánica cuántica, relatividad general y física de rayos cósmicos, especialidad en la que ayudó a definir la composición y el origen de la radiación cósmica.
Con el apoyo de la Beca Guggenheim, asistió a la Universidad de Berlín, en 1927, donde vivió en uno de los centros más importantes en la creación de la física moderna. Acudió a las cátedras de Albert Einstein, Max Planck, Erwin Schrödinger y Max von Laure.
En 1933 dirigió una serie de trabajos con Georges Lemaître, cuyos análisis matemáticos permitieron interpretar observaciones de radiación cósmica realizadas en diversos puntos de la tierra por el Premio Nobel Arthur Compton. Estos estudios demostraron que la radiación cósmica estaba constituida por partículas cargadas y le valieron al equipo una nominación al Premio Nobel.
Don Manuel fue miembro fundador del Colegio Nacional y del Comité Internacional de expertos en Educación, en la Unesco; presidente de la Sociedad Mexicana de Física, presidente de la Comisión Internacional de Instrumentos y Medidas de intensidad de la Radiación Cósmica, perteneciente a la Unión Internacional de Física pura y aplicada e integrante de las trece sociedades científicas de la especialidad que profesó, entre ellas las universidades de Lima, Canadá, Japón, Estados Unidos, Filadelfia y Ciudad del Vaticano.
En pocos escritores encontramos una relación tan estrecha y desgarrada entre la vida y la obra como en José Revueltas (Durango, 1914–Ciudad de México, 1976). En él se hace válida la evocación a la que hace referencia su apellido: fue un hombre turbulento y disidente del sistema político mexicano en todas sus vertientes —incluidas las de izquierda—, ya que no veía en el marxismo una fe, sino un instrumento de liberación social.
Su irreductible militancia política lo llevó a ser encarcelado en distintas ocasiones, tanto en Lecumberri como en las Islas Marías. De esas reclusiones nacieron Los muros del agua (1941) y El apando (1969), que se integran al corpus de una obra conformada por diversas crónicas, novelas y cuentos que indagan en la crueldad, la impotencia y la miseria humana.
Fue también un prolífico guionista de cine, periodista, dramaturgo y, según se dice, un extraordinario conversador capaz de “beber hasta la sobriedad”. Sus obras han sido traducidas al inglés, italiano, húngaro, francés, alemán y polaco.
Silvestre Revueltas (Santiago Papasquiaro, Durango, 1899–Ciudad de México, 1940) ocupa un espacio privilegiado entre los compositores mexicanos del siglo XX. Tenía un oído sensible a las voces de nuestra tierra y una sorprendente capacidad para recrearlas en obras que lo sitúan como un osado compositor de vanguardia, comparado en su momento con Stravisnky.
En su catálogo se pueden encontrar títulos como “Tierra pa’ las macetas” o “Dúo para pato y canario” que recogen los ecos del pregón popular. Su obra tiene un carácter netamente mexicano, pero claramente diferenciado de los giros típicos del nacionalismo que cultivaron sus contemporáneos.
Además de sus piezas de cámara, legó una sólida obra sinfónica con la que cultivó su prestigio en la escena musical internacional. Entre sus partituras hoy consagradas figuran: “Sensemayá”, poema sinfónico inspirado en el texto homónimo de Nicolás Guillén; “Homenaje a Federico García Lorca”, escrita al conocerse el asesinato del poeta granadino; asi como “Janitzio” y “La noche de los mayas”, obras que interpretan con frecuencia las mejores orquestas de México y el mundo.
Fue el primero de una dinastía de artistas, hijos todos de una madre que profetizó su destino, al expresar que deseaba tener un hijo músico, un pintor y un poeta. Así nacieron todos los prodigios de la familia Revueltas: Silvestre, músico; Fermín, pintor y muralista; Consuelo, pintora; José, escritor; Agustín, artista; Rosaura, actriz y escritora.
Seamos generosamente universales a fin de ser provechosamente nacionales.42
Alfonso Reyes
El calificativo de polígrafo apenas alcanza para describir la trayectoria de Alfonso Reyes (Monterrey, Nuevo León, 1889–Ciudad de México, 1959). Fue abogado, ensayista, narrador, poeta, dramaturgo, traductor y diplomático. Borges lo nombró “el mejor prosista en idioma español de cualquier época”43 y es considerado —junto a José Vasconcelos— como uno de los dos más grandes intelectuales mexicanos de la primera mitad del siglo XX.
Durante sus años de carrera diplomática, se alzó como el embajador de la literatura mexicana, en su desempeño de cargos en España, Francia, Argentina y Brasil, donde lo conocían como “El regiomontano universal”.
En 1939 regresó a su tierra para presidir El Colegio de México, hecho que marcó el inicio de una labor que lo consolidó como el gran civilizador del país, que en ese momento se encontraba definido por el nacionalismo —imperaban la novela revolucionaria y el movimiento muralista—, con una estabilidad renovada que favorecía la creación de instituciones en las que Reyes tuvo una influencia fundamental para la construcción del México moderno.
Advirtió de los peligros de reducir la cultura mexicana al nacionalismo excluyente y, desde las instituciones, transmitió su pasión por las letras universales y despejó el panorama de la cultura para abrir sus fronteras.
Los reconocimientos a su trayectoria fueron muchos, entre ellos, en 1945 ganó el Premio Nacional de Literatura y ese año fue nominado por primera vez al Premio Nobel, nominación que se repetiría en cuatro ocasiones más.
Pedro Reyes (Ciudad de México, 1972) estudió arquitectura pero se considera escultor. Sus obras integran elementos de teatro, psicología y activismo. Su obra adquiere una gran variedad de formas, desde esculturas penetrables hasta producciones de marionetas. En 2008, Reyes inició Palas por Pistolas, para la que se recolectaron 1,527 armas en México a través de una campaña de donación voluntaria, para producir la misma cantidad de palas con el objeto de plantar 1,527 árboles. Esto condujo a Disarm (2012), en la que 6,700 armas confiscadas y destruidas se transformaron en instrumentos musicales.
En 2011, Reyes inició Sanatorium, una instalación performática, originalmente encargada por el Museo Guggenheim en Nueva York, que consiste en una clínica transitoria que ofrece tratamientos cortos e inesperados combinando arte y psicología.
En 2015, Recibió la Medalla de las Artes del Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Beca de la Fundación Ford. En el 2016, presentó Doomocracy, una instalación de teatro inmersivo encargada por Creative Time. Más allá de su práctica artística, Reyes ha curado numerosos exposiciones y contribuye en publicaciones de arte
y arquitectura.
“Yo no pensaba en el cine, el cine pensó en mí”, afirmó alguna vez Dolores del Río (1904–1983), figura mítica en el espectáculo latinoamericano, quien dejó una huella indeleble en la historia de la cinematografía.
Nació en Durango y, como todas las hijas de familia de su pueblo, se casó muy joven con un empresario que perdió su fortuna en el desastre del algodón. Sin dinero y sin saber cómo recuperar su estatus, recibió una señal: conoció por casualidad al director de cine Edwin Carewe, quien le dijo que tenía potencial para convertirse en la versión femenina de Rodolfo Valentino.
La joven no sabía nada de actuación ni hablaba inglés, pero a pesar de ello debutó en 1925 comenzando una carrera que acumuló papeles protagónicos en decenas de películas mudas y sonoras en México, Estados Unidos, España, Italia y Grecia, entre las que destacan: Ramona (1928), Flor Silvestre y María Candelaria (1943).
Fue considerada la segunda mujer más hermosa de Hollywood —solo superada por Greta Garbo— y su presencia inspiró a miles de mujeres que emulaban su estilo. Fue la primera que se pintó los labios sin buscar la forma de corazón, así como pionera del uso del bañador de dos piezas.
Dolores le abrió las puertas del cine internacional a directores y actores, a quienes apoyó durante años con recursos y contactos para que buscaran suerte fuera de México. Fue la primera mujer en participar en el jurado del Festival de Cannes y cofundadora de la Sociedad para la Protección de los Tesoros Artísticos de México.
Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mejor conocido como Diego Rivera (Guanajuato, 1886– Ciudad de México, 1957), no es solamente uno de los artistas más importantes de México y el mundo —figura clave para la comprensión del arte universal —, es también una presencia fundamental en el desarrollo de la historia y la política del siglo XX.
A mediados de la década de los años treinta, ya gozaba de reconocimiento mundial. Había pintado sus grandes murales en México, tras convocar a los artistas latinoamericanos a sumarse a un movimiento artístico que privilegiara la integración de la sociedad y la importancia política y social del arte. Era el segundo pintor en presentar una exposición individual en el recién abierto Museo de Arte Moderno de Nueva York y había suscitado el gran escándalo del mural destruido en el Rockefeller Center, en la misma ciudad, en 1933.
Rivera conquistó a la clase capitalista del país más poderoso del mundo y la cuestionó desde sus entrañas: hizo de los muros del vestíbulo de su gran centro una oda al comunismo. Tras su destrucción, que fue calificada como “vandalismo cultural”, la obra resucitó en las paredes del Palacio de Bellas Artes con el nombre de El hombre controlador del universo. En 1954, se presentó una exposición en Bellas Artes que incluyó más de mil doscientas piezas, el corpus de cincuenta años de creación de Diego.
León Trotsky lo definió como “el gran artista revolucionario” que buscó incansablemente la construcción de un México auténtico e igualitario y demostró que desde una idea concreta, concebida en un país tercermundista, se puede desplegar un movimiento cultural que refleje la identidad del país entero y modifique la perspectiva del arte y del ser humano.
Mauricio Rocha (1965) afirma que “la arquitectura es y debe ser política. Hay una necesidad de entender la parte ética y moral en la postura de un arquitecto. Lo que hacemos hace ciudad, genera espacios públicos, donde la gente convive y está”44. En 1991, Rocha fundó el Taller de Arquitectura y en 2012 se asoció junto a Gabriela Carrillo (1978) para dar lugar al despacho Taller Mauricio Rocha + Gabriela Carrillo.
En 2017, Gabriela Carrillo recibió el premio internacional Mujeres en la Arquitectura, gracias a un proyecto con el Nuevo Sistema de Justicia Penal en México (NSJP), que devolvió la dignidad a las salas de los juicios orales en Pátzcuaro, Michoacán.
Por su labor en conjunto y “por hacer brillar la arquitectura en el mundo” ambos arquitectos recibieron en París, Francia, la Médaille d’Or, máxima presea otorgada por la Academia Francesa de Arquitectura. La arquitectura de Rocha y Carrillo fue calificada por el jurado como “una combinación sutil de proporciones, volúmenes y luz, en donde los materiales locales y las técnicas de construcción desempeñan un papel vital. Su enfoque busca traducir las tradiciones y los materiales de los lugares en los que operan de manera contemporánea, no de manera ornamental sino estructural”45.
Tocar frente a 80 mil personas en Glastonbury fue, más que un logro para nosotros, un triunfo de la música instrumental [...] no es necesario tener el formato típico de una banda de rock para tener éxito.46
Rodrigo Sánchez
Rodrigo Sánchez (1974) y Gabriela Quintero (1973) conforman este dueto de guitarras electroacústicas que lleva dos décadas conquistando tierras extranjeras con su sonido folk–metal jazz-flamenco, que ha causado sensación en el Festival de Glastonbury, en el Radio City Music Hall de Nueva York e incluso en la Casa Blanca, Washington D.C.
Se conocieron siendo adolescentes, en su natal Ixtapa Zihuatanejo, y comenzaron a tocar en una banda de thrash metal. Un día decidieron abandonar el sueño de la garage band para viajar por Europa con dos guitarras al hombro y el “pacto de sangre” de no aceptar trabajo alguno que no implicara la música. Así pasaron un tiempo en Dublín, tocando en las calles y pubs, hasta que el músico Damien Rice les ayudó a despegar su carrera en Irlanda.
Ocho producciones discográficas las que despúes —entre las que destacan Mettavolution (2019) y re-Foc (2002)— y gracias a su brillante ejecución técnica y estilo fusión, son un fenómeno en Estados Unidos y Europa. Cuentan con su propia edición personalizada de guitarras Yamaha, han participado en bandas sonoras de proyectos como Piratas del Caribe y Breaking Bad, y su historia fue llevada al cine en el documental For Those About to Rock (2014), dirigido por Alejandro Franco.
Michel Rojkind (Ciudad de México, 1969) es considerado uno de los arquitectos más relevantes dentro de la vanguardia mexicana. En su visión confluyen una serie de experiencias en las que se combinan la música, los viajes y el ejercicio de la observación.
Mientras estudiaba arquitectura, también tocaba la batería en el grupo Alek Syntek y la Gente Normal, con el que tuvo la oportunidad de realizar diversas giras, en las que se aficionó a salir a correr para reconocer la experiencia urbana de cada sede, costumbre que conserva como herramienta primordial para el ejercicio de su profesión.
En el 2002 fundó Rojkind Arquitectos y ganó prestigio con proyectos como la Casa F2 —Premio Cemex de Arquitectura (2002)— y la Casa PR34. En 2005, Architectural Record1 lo reconoció como uno de los diez despachos más destacados en la arquitectura de vanguardia.
Entre sus proyectos destacan el Museo del Chocolate Nestlé, en Toluca, y la renovación de la Cineteca Nacional siglo XXI, en la Ciudad de México. También ha colaborado en proyectos internacionales de gran escala en Canadá, Kuwait, China, Dubai, Singapur y España.
De los edificios que integran la obra del multipremiado arquitecto Benjamín Romano, sin duda, el más importante es la Torre de Reforma que, en 2018, recibió el primer lugar en el International Highrise Award, que distingue al mejor rascacielos del mundo.
El imponente edificio, concebido como un obelisco de 246 metros de altura, fue elegido entre más de mil proyectos de todo el mundo, por ser el ejemplo de una arquitectura sustentable que combina la alta tecnología y la estructuración arquitectónica, reflejo del alcance de la arquitectura, la ingeniería y el diseño mexicanos.
Este premio representa la cumbre de una carrera de casi cinco décadas que comenzó bajo la tutela del ingeniero Heberto Castillo —quien le enseñó las claves para comprender el flujo gravitacional de las estructuras— y continuó con la fundación del despacho LBR&A Arquitectos.
Entre otras obras representativas de Romano se cuentan la Torre Tres Picos y la Torre Bosques, conside- rada como su proyecto más entrañable, por los desafíos y retos que implicó en su resolución arquitectónica y porque en él se utilizaron muros de concreto por primera vez en la historia.
José Juventino Policarpo Rosas Cadenas (1868– 1894) nació en Santa Cruz de Galeana, Guanajuato —hoy Ciudad Juventino Rosas—, y desde niño mostró gran talento musical; aprovechando estas habilidades, don José, su padre, creó un trío infantil con sus hijos para ganar dinero tocando en fiestas y bautizos, pero cosecharon más aplausos que ingresos.
Más tarde, a los quince años, Juventino ingresó a la orquesta de la célebre cantante Ángela Peralta, pero durante una promisoria gira, una epidemia de cólera cobró la vida de varios integrantes. Luego de muchos reveses, se centró en la composición.
En 1887, su actuación en un festival conmemorativo de la Batalla de Puebla, en el Teatro Nacional, le ganó el aplauso del propio Porfirio Díaz. Dedicada a la esposa del presidente compuso “Carmen” y, en agradecimiento, recibió de parte de la familia presidencial un piano de cola que tuvo que vender inmediatamente para pagar sus deudas.
También compuso polcas (como “Flores de México”), marchas y valses, mazurkas, danzas, entre ellos “Sobre las olas”, pieza que ganó fama mundial mientras que su autor permanecía en el anonimato.
Por sus apremios económicos, vendió los derechos de su obra cumbre a la casa editora Wagner & Levien, por escasos cuarenta y cinco pesos. La autoría de este vals incluso fue atribuida a Strauss, hasta que se comprobó que había sido escrito por un mexicano, quien logró cobrar reconocimiento pero nunca las regalías.
Conocido como “el ilustrador maldito”, Julio Ruelas (Zacatecas, 1870–1907) fue uno de los grandes exponentes del modernismo mexicano. Su propuesta, fantástica, sádica y grotesca, celebró el decadentismo e influyó mucho más en Europa que en México.
Fue alumno de la Escuela Nacional de Bellas Artes y culminó sus estudios en la Universidad de Karlsruhe, en Alemania, donde conoció a los creadores del movimiento simbolista como Gustave Klimt, Arnold Bocklin y Munch.
Más tarde regresó a México en donde fue parte del proyecto de la Revista Moderna, publicación que surgió en 1898 y brindó espacio a poetas como Amado Nervo, Rubén Darío y José Juan Tablada, además de publicar artículos de divulgación científica, dibujos e ilustraciones, notas de actualidad, textos sociales y culturales.
Destacó siempre por su originalidad e independencia artística. Murió en París, Francia, a la usanza de un poeta maldito: entre el arte, el champagne y la bohemia. Sus restos descansan en un lugar privilegiado en el cementerio de Montparnasse, desde donde “puede ver pasar a las muchachas”.
Alejandro Ruiz Olmedo (1970) es uno de los mejores chefs de México y uno de los expertos más renombrados a nivel mundial en materia de cocina regional oaxaqueña. Define su estilo culinario como “cocina de inspiración”, pues fusiona la alta gastronomía con las técnicas e ingredientes ancestrales de la tradición oaxaqueña: “Una mirada hacia el futuro con una reverencia hacia el pasado”.
Nació en el seno de una familia campesina, originaria de La Raya de Zimatlán de Álvarez, Oaxaca, y desde niño supo lo que era tomar una yunta, arar la tierra, cosechar y ordeñar. Siendo el hijo mayor, se convirtió en el asistente de la cocina familiar y ahí heredó de su madre y su abuela el patrimonio que ahora preserva como embajador de la cocina oaxaqueña.
En 1997 abrió Casa Oaxaca, su restaurante insignia —galardonado con el reconocimiento 5-Star Diamond Award en 2008, 2009 y 2010— con el que comenzó un ambicioso proyecto culinario que en el 2009 incluyó la creación del festival de literatura y gastronomía oaxaqueñas “El saber del sabor”. También ha participado en un gran número de festivales gastronómicos, catas y conferencias académicas sobre cocina por todo México y en colaboraciones con prestigiosos restaurantes en Múnich, Berlín, Verona, Barcelona, Viena
y Madrid.
Juan Rulfo es el único novelista mexicano que nos ha dado una imagen —no una descripción— de nuestro paisaje. Sus intuiciones y obsesiones personales han encarnado en la piedra, el polvo, el pirul. Su visión de este mundo es, en realidad, visión de otro mundo.47
Octavio Paz
Juan Rulfo (1917–1986), originario de Sayula, Jalisco, conocido como “el creador de sentimientos nacionales”, un escritor al que le bastaron solo dos libros publicados para inscribir su nombre entre los más importantes de la literatura contemporánea.
En 1953 publicó El llano en llamas y dos años después, Pedro Páramo, novela con la que remata la tradición de la novela rural en México y crea una narrativa de lenguaje minucioso, casi poético, que combinó la realidad y la fantasía en un escenario que se convirtió en la noción del campo mexicano imperante en el imaginario colectivo. “No son más de 300 páginas —dijo alguna vez Gabriel García Márquez—, pero son tan perdurables como las que conocemos
de Sófocles”48.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” es el principio de novela más conocido y referenciado en el orbe. Para 1986, año de la muerte de su creador, se había traducido a 60 lenguas y sus tirajes en español habían alcanzado millones (y siguen contando).