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Libro Pp A,B,C
José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 1939–2014), bibliófilo y polígrafo, consagró su vida a la literatura en diferentes facetas: poeta, novelista, cuentista, ensayista, traductor, antólogo, periodista y cronista cultural.

Entre sus obras clave se cuentan Las batallas en el desierto (1981), su libro más leído y considerado como parte del bagaje literario de varias generaciones, y la antología Tarde o temprano (2009), que reúne su obra poética. Por otro lado, su carrera estuvo siempre asociada a revistas y suplementos como la Revista de la Universidad, México en la Cultura —suplemento del diario Novedades— y La Cultura en México, —suplemento de Siempre! —. En el transcurso de cuatro décadas escribió semanalmente “Inventario” —primero en Excélsior y después en la revista Proceso —, considerada la columna de periodismo cultural más importante que ha existido en nuestro país.

Recibió muchos honores y distinciones, entre los cuales sobresalen su nombramiento como Académico Honorario de la Academia Mexicana de la Lengua (2006); el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009), otorgado por el Patrimonio Nacional de España y la Universidad de Salamanca, y el Premio Miguel de Cervantes (2009).

© Rogelio Cuéllar
Pádel

El pádel es un deporte inventado por el empresario Enrique Corcuera, el cual se juega en pareja con una raqueta de madera y una pelota, en una cancha cerrada con paredes.

Corría el año 1969 y don Enrique decidió adaptar un terreno de su casa en Las Brisas, Acapulco, para jugar. Contaba con aproximadamente 20 metros de largo por 10 metros de ancho —que no alcanzaban para una cancha de tenis— y construyó unas paredes para evitar que la vegetación propia de la zona, la invadiera.

En medio de esa cancha de características inusuales colocó una red de tenis y comenzó a hacer pruebas de un juego que en aquel entonces practicó con una raqueta y pelota de paddle tennis. El deporte evolucionó hasta contar con sus propias reglas y elementos y ganó popularidad entre los turistas que visitaban el puerto. El príncipe Alfonso Hohenlohel lo llevó a la Costa del Sol en España en 1974.

El Pádel Pro Tour (PPT) es el circuito profesional más importante de este deporte a nivel mundial. Chile, Argentina, Canadá, Uruguay, Reino Unido, Portugal, Brasil, y España son países en donde el pádel ha tenido gran desarrollo. En 1991 se fundó la Federación Mexicana de Pádel (FEMEPA) que promueve este deporte en el país y en el mundo.

Cortesía Familia Corcuera
Palomitas de maíz

A su llegada al Nuevo Mundo, el cuello de Cortés fue adornado con collares de guirnaldas tejidas con unas curiosas flores comestibles y deliciosas que los nativos llamaban mumúchitl. Después supo que en realidad aquellos pequeños brotes no nacían de un capullo, sino que eran un grano de maíz reventado al calor, el cual se comía en las festividades en honor a Xipe Totec, Dios de la regeneración, del maíz y de la guerra.

Sahagún describió al mumúchitl como “una flor muy blanca en cada grano”. Los indios lo obtenían poniendo las mazorcas al fuego, ensartadas en un palo, o separando los granos y calentándolos dentro de unas vasijas de arcilla con arena.

© Paola González Vargas
Mario Pani

Fundador del Colegio de Arquitectos de México en 1946, Mario Pani (1911–1993) fue el arquitecto que más contribuyó al diseño y construcción de la configuración de la Ciudad de México, cuyo legado trasciende por ir más allá de la arquitectura para proyectarse en el contexto de la vida social.

En plena época del llamado “milagro mexicano”, el vertiginoso crecimiento demográfico del país llamó la atención de Pani, quien comenzó entonces a interesarse por la vivienda popular. Según su enfoque, la ineludible densificación urbana debía tomar en cuenta un equilibrio entre las necesidades de la modernidad y una mejora en la calidad de vida de los habitantes.

Su visión funcional abarcó desde hospitales, escuelas y hoteles hasta residencias, condominios y planes de urbanización. Entre sus proyectos que promovían este concepto se cuentan los de gran escala como Ciudad Universitaria —en coautoría con Enrique del Moral — (1952), o Ciudad Satélite (1954), edificios como la Torre Insignia (1962) o el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco (1963).

Es reconocido también por su labor de divulgación, a través de la revista Arquitectura (1948). Fue miembro del jurado internacional de la Bienal de Sao Paulo, en 1951 y recibió, entre otros, el Premio Nacional de las Artes en 1986.

Cortesía del Acervo Histórico Fundación ICA
Parachicos

México es un país de fiesta y colorido. En el transcurso del calendario abundan innumerables fechas en las que cada estado realza sus tradiciones a través de la danza, la artesanía, la gastronomía y las ceremonias en honor a algún santo, un alimento sagrado o simplemente a la alegría de la vida o la muerte.

De Baja California hasta Quintana Roo se podría hacer un recorrido por el folclor de las fiestas mexicanas. En el año 2010 una de estas celebraciones fue inscrita como Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad: los parachicos.

Conocida como la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, en Chiapas, esta celebración se realiza durante el mes de enero y es dedicada al Señor de Esquipulas, a San Antonio Abad y a San Sebastián Mártir. Una de sus manifestaciones más representativas es la danza de los parachicos, considerada una ofrenda colectiva a los santos venerados.

Los bailarines, ataviados con sarapes, cintas de colores, chales bordados y un tocado de ixtle, se ocultan detrás de unas máscaras talladas en madera de cedro —cuyos rasgos se asemejan a las facciones de los españoles de la época de la Colonia— y recorren las calles llevando imágenes santas, mientras tocan unas sonajas de hojalata llamadas “chinchines”. Son guiados por un personaje que lleva guitarra y flauta y, acompañado por tamborileros, entona oraciones que son contestadas por los parachicos.

Los cantos, atuendos y la técnica de como se fabricaban las máscaras sobreviven gracias a que se han transmitido de generación en generación, desde hace más de 300 años.

© Ignacio Urquiza
Alondra de la Parra

Alondra de la Parra (1980) ha estado al frente, como directora, de más de 75 orquestas alrededor del mundo, entre ellas, las más prestigiosas de Japón, Brasil, Rusia, Estados Unidos, Francia, Alemania y Suecia, así como la Orquesta Filarmónica de Londres, la Cameristi della Scala, de Milán, y la Orquesta Nacional de España. Fue una de las primeras mujeres mexicanas en ser invitada a dirigir en Estados Unidos y ha sido nombrada Embajadora Cultural Oficial de México.

En el año 2004 fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas en Nueva York, con el objetivo de promover la música clásica tanto mexicana como latinoamericana. Con ella grabó Mi alma mexicana, su primer álbum, y emprendió un proyecto educativo con niños de escuelas públicas en el Bronx y en Harlem.

En México, puso en marcha el programa “Armonía Social”, que ha contribuido a que muchos niños encuentren un remanso en la música y trabaja con orquestas infantiles y juveniles como la de Ciudad Nezahualcóyotl; la de Tlahuitepec, en Oaxaca; la de Ciudad Renacimiento, en Guerrero, y la infantil y juvenil de México.

© Leonardo Manzo
Fernando del Paso

Fue un hombre peculiar que supo moverse con genialidad por varios mundos. Fernando del Paso (Ciudad de México, 1935–Guadalajara, 2018), practicó magistralmente la narrativa, pero también la poesía, la pintura, el periodismo, la publicidad y hasta la gastronomía.

Amante de las letras, los colores y el humor, desde niño aprovechó su habilidad ambidiestra —“ambisiniestra”, como él decía— para explorar sus dos grandes pasiones: el dibujo y la escritura. Literalmente podía escribir con la mano izquierda y dibujar con la derecha al mismo tiempo.

También transitó del ámbito de la literatura intelectual al mundo del best seller. Mientas que Palinuro de México (1977), su autobiografía inventada, se ganó la fama de ser una obra reservada para el lector culto, Noticias del Imperio (1987) irrumpió como un éxito de ventas que alcanzó todo tipo de público y años después fue elegida en una encuesta entre una pléyade de escritores como la novela mexicana más importante en tres décadas.

Ambas novelas las escribió a mano, en su larga estadía entre Londres y París —gracias al apoyo de la Beca Guggenheim—. En ese tiempo, también se desempeñó como productor de programas de radio, escritor y locutor en la BBC y Radio France. En el año 2015 fue galardonado con el Premio Cervantes en reconocimiento a “su aportación al desarrollo de la novela, aunando tradición y modernidad como hizo Cervantes en su momento”.

Archivo Proceso
Octavio Paz

En diciembre de 1990, el poeta, narrador, ensayista, traductor, editor y gran impulsor de las letras mexicanas, Octavio Paz (Ciudad de México 1914–1998) recibió el Premio Nobel de Literatura que la Academia sueca le otorgó en reconocimiento a “su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística”.

El cuerpo de su obra está repleto de ensayos y escritos fundamentales para la cultura contemporánea. En El laberinto de la soledad (1950) diseccionó la construcción psicológica del mexicano; en El arco y la lira (1956) trató de descifrar el hecho poético y en La llama doble (1993) exploró el sentimiento amoroso y el erotismo, además de muchos otros textos que versan sobre arte, sociedad, historia y política internacional. Pero, para Octavio Paz todo desemboca en la poesía y es ahí en donde se encuentra el eje de su literatura y su razón de estar en el mundo. Libertad bajo palabra (1960) reúne sus poemas escritos de 1935 a 1957 y recorre temas como la soledad, el amor, la muerte, las contradicciones sociales y la solidaridad.

El poeta, quien afirmó que “el Nobel no es un pasaporte a la inmortalidad”, fue distinguido con muchos galardones, pero por encima de todos los reconocimientos, su legado es incalculable y permanente. Su obra lo convirtió en uno de los mexicanos más lúcidos de la segunda mitad del siglo, referente del pensamiento universal, las letras y la poesía.

D.R. © 2016, Fondo de Cultura Económica
Perlas del Mar de Cortés

El comercio de perlas en México data de la época precolombina. Los comerciantes mayas y aztecas recorrían los confines de sus imperios en busca de estas gemas con las que realizaban joyas para honrar a la realeza y a los dioses.

En 1535, Hernán Cortés se embarcó en busca de los tesoros del Nuevo Mundo y se encontró con una fuente de riquezas, desde entonces conocida como el “Mar de Cortés”, en cuyas aguas se formaba la “perla negra” que pronto se convirtió en el producto estrella de exportación mexicana y fue conocida como la “Reina entre las gemas, gema de las reinas”, pues su uso se impuso como una moda entre la nobleza europea. Este reinado duró hasta finales del siglo XIX, cuando casi se extingue debido a la sobrepesca y sobrevivió gracias a Gastón Vives, desarrollador del primer criadero de ostras perleras en el mundo que funcionó de 1902 a 1914.

Fue necesario que pasaran varias décadas para el renacimiento de la actividad perlera en el golfo de California, que en 1993 llegó de la mano de Douglas McLaurin Moreno, Enrique Arizmendi, Manuel Nava y creadores de un proyecto de acua- cultura en el que se cultivó la especie Pteria Sterna, y gracias al cual la perlicultura mexicana ha retomado su lugar como una de las producciones más exclusivas del mundo.

Fotografía de Guillermo Soberón Tirado / Cortesía de Perlas del Mar de Cortez®
Perro chihuahueño

 

 

 

 

 

Los chihuahueños son considerados la raza de perros más pequeña del mundo, con una estatura de 15 a 25 centímetros de alto. Juguetones, nerviosos y muy populares, son descendientes del tlachichi, un perro de compañía, criado por los toltecas, de hocico afilado, pelo largo y orejas erguidas, que tenía la peculiaridad de ser mudo.

En el Código Florentino, fray Bernardino de Sahagún describió tres tipos de perros prehispánicos: el izcuintli, que significa “perro” en náhuatl; el xoloitzcuintli, “perro raro” y el tlalchichi o chichi, “perro de piso”. Esta última raza tendía a la disminución de talla y su proceso evolutivo continuó hasta convertirse en los chihuahueños.

© Eric Isselée / Shutterstock
Peyote
 

 

 

Peyote, pequeña cactácea, originaria del desierto del Norte de México, la cual es una planta ritual que por más de seis mil años ha sido considerada sagrada por comunidades indígenas como los coras, los rarámuris —tarahumaras— y los wixárikas —huicholes—, quienes la consumen para resistir largas jornadas de trabajo y extensas caminatas.

Cada año, los marakames guían a los huicholes en una peregrinación sagrada hacia el desierto de Wirikuta, en San Luis Potosí, para cazar hikuri, dios Peyotl.

En la medicina tradicional indígena se ha usado como remedio para enfermedades como la diabetes, la neumonía y el cáncer. Se le atribuyen propiedades analgésicas capaces de combatir dolores de muelas, artritis o asma, entre otros malestares. También es útil para inducir el parto, aumentar el deseo sexual y como tratamiento contra las mordeduras de serpiente, picaduras de escorpión y otros tipos de envenenamiento.

© Gleti / Shutterstock
Pico de gallo

El pico de gallo es un híbrido entre salsa y ensalada preparado tradicionalmente con jitomate, cebolla, chiles jalapeños y cilantro, frescos y cortados en cuadritos; en algunas preparaciones se le añaden gotas de limón.

Este aderezo es un clásico de la cocina mexicana que se usa para acompañar cualquier platillo, pero especialmente los molletes, los nachos, las quesadillas y los tacos, o simplemente para disfrutar con totopos. Debido a sus usos e ingredientes, y por portar los colores emblemáticos de la enseña nacional, se le considera la reina de las salsas y se conoce también como salsa cruda, salsa picada, salsa mexicana o salsa bandera.

No existe una teoría reconocida acerca del origen de su nombre. El Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana refiere que se le nombra así debido a que sus ingredientes se pican finamente y se asemejan a la comida con la cual se alimentan las aves, aunque mucha gente se inclina a pensar que su nombre se debe a que hay que ser “muy gallo” para comerlo.

© Paola González Vargas
Pilotes de control / Manuel González Flores

Inventados por el ingeniero Manuel González Flores (Tecajete, Hidalgo, 1908–1986), los pilotes de control sirven para cimentar y recimentar edificios en terrenos heterogéneos y deformables. Su uso fue implementado en 1948 y representó una solución a los graves movimientos diferenciales que se presentan en los edificios pesados en la Ciudad de México.

La innovación de este sistema es que los pilotes que soportan la estructura entera del edificio la atraviesan —a diferencia de otros en donde están unidos a la cimentación— y se ligan a ella mediante un mecanismo de carga que contiene un componente de material compresible entre el marco y la punta del pilote; de esta manera, cuando el peso del edificio haya deformado el material, cabe la posibilidad de realizar un mantenimiento y la estructura continuará estable.

González Flores recibió la patente en 1951 y desde entonces se han cimentado y recimentado cientos de edificios, logrando un importante rescate arquitectónico. En 1966 fue galardonado con el Premio Nacional de Ingeniería, entregado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Otras de las memorables contribuciones de Manuel González Flores al mundo de la ingeniería fueron el sistema “Descimbrar Cimbrando” (1945), solución de construcción limpia que economiza
en gran medida los materiales de cimbra —que ha llegado a lugares tan lejanos como Egipto— y el sistema antisísmico, por el que el Banco Nacional de México le otorgó el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología a través del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Planosmodernos.info
Piñata

El origen de la piñata tradicional mexicana traza un camino que va de los actuales mercados populares a las misiones evangelizadoras franciscanas que llegaron al Nuevo Mundo en el siglo XVII, procedentes de España, pero cuya orden se remonta al pueblo de Asís, en Italia; país a donde el expedicionario Marco Polo llevó un objeto realizado con papel de colores que, en uno de sus tantos viajes, encontró en China.

Hay indicios de que los antiguos aztecas realizaban una práctica en la que adornaban con plumas figuras de barro huecas y llenas de abalorios para honrar al dios Huitzilopochtli; ese recipiente y algunos juegos practicados por los mayas representaron la oportunidad perfecta para crear un recurso de evangelización.

Las figuras de barro se convirtieron en una olla recubierta con papeles de colores —reflejo de la vanidad del mundo— a la cual le salieron siete picos, uno por cada pecado capital. Estas tentaciones son vencidas con los golpes de un palo que representan la fuerza con la que la fe y la obediencia vencen al mal.

Una vez que la envidia, pereza, gula, ira, lujuria, soberbia y avaricia son derrocadas, una lluvia de recompensas cae sobre el creyente, quien realizó esta batalla con los ojos vendados, en representación de la fe ciega en Dios. El ritual de la piñata se convirtió en parte fundamental de las posadas con las que en México se celebra la Navidad.

Al paso del tiempo, los piñateros mexicanos evolucionaron la técnica del papel maché hasta convertir la piñata en un objeto de las más variadas formas que se usa en todo tipo de celebraciones y alude irrevocablemente a la cultura mexicana.

© Fer Gregory / Shutterstock
Pirekua

La pirekua es un canto tradicional de las comunidades indígenas p’urhépechas del estado de Michoacán, que en el año 2015 fue inscrito en la lista representativa del Patromonio Cultural de la Humanidad de la Unesco.

Este género surgió del sincretismo entre la música y los cantos religiosos de los evangelizadores españoles con los cantos prehispánicos y algunas influencias africanas, herencia de los esclavos que llegaron a México provenientes de esas tierras.

En la lengua p’urhépecha, pirekua significa “canción”. Puede ser interpretada en solo, dúo, trío, coros y orquestas, por hombres y mujeres conocidos como “pirériechas”. Tradicionalmente se canta en lengua nativa, pero existen piezas instrumentales y en español.

Los pirériechas son muy respetados, puesto que cumplen una función de mediadores sociales al utilizar las canciones como un instrumento de diálogo entre la comunidad; con él se expresan sentimientos y se comunican acontecimientos importantes. Los cantos y las técnicas son transmitidos de generación en generación y constituyen un pilar dentro de sus tradiciones.

© M. Tapia / Secretaría de Cultura-INAH
Sergio Pitol

A la vocación literaria de Sergio Pitol (1933–2018) se le adhiere, de manera vital, la de viajero en tránsito. Su naturaleza errante lo llevó a muchos países como catedrático, traductor, diplomático o simplemente como aventurero en busca de universos para narrarlos.

A cada cierto kilometraje encontraba un pretexto para instalarse en lugares tan distintos como Pekín o Varsovia y volcarse de lleno en el conocimiento y aprendizaje del idioma local o de la obra de algún escritor que luego traducía al castellano.

Su labor como traductor ha sido fundamental para conocer autores indispensables como Vladimir Nabokov Henry James, Robert Graves, Witold Gombrowicz o Anton Chéjov. A Pitol se le deben una centena de libros traducidos del polaco, inglés, italiano y francés.

El viaje y la interpretación —de lenguajes, mundos, hechos o personajes— permearon su obra narrativa y se pueden apreciar en sus cuentos y en su Trilogía de la memoria, que incluye El arte de la fuga (1996), El viaje (2000) y El mago de Viena (2005).

En el año 2005 fue reconocido con el Premio Cervantes y en 2006 se inauguró en su honor la Biblioteca del Instituto Cervantes en Sofía, Bulgaria.

© Pedro Valtierra / CUARTOSCURO
Manuel M. Ponce

Manuel María Ponce (Fresnillo, Zacatecas, 1882– Ciudad de México, 1948) es un nombre omnipresente en la historia musical mexicana. Pionero de la escuela nacionalista, dejó un legado que incluye una de las obras más vastas, variadas y bellas de nuestra música. Innovó el panorama de la composición e influyó en forma deci- siva en el siglo XX.

Escribió para voz, piano, guitarra, violín y cello, como también música de cámara y orquestal, cuya cualidad principal es que resulta de inmediato familiar y entrañable.

Una de sus obras que lo hizo famoso por todo el mundo fue la canción “Estrellita”, que adquirió tal celebridad que muchos creen que se trata de una melodía popular.

Además de compositor, fue un excelente pianista y dedicó gran parte de su vida a la enseñanza. Fue director de la Escuela Nacional de Música y recibió el Premio Nacional de las Artes en 1947.

Cortesía Museo del Estanquillo
Elena Poniatowska

Elena Poniatowska (1932) nació en París, Francia. Su madre, Dolores Amor, hija de una familia porfiriana exiliada en Francia tras la Revolución, se casó ahí con el también exiliado príncipe Jean Poniatowska, heredero de la corona polaca, así que Elena nació con el título de Princesa de Polonia, cosa que —afirma— le importaba muy poco. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, la familia regresó a México.

A los 18 años y siendo “más mexicana que el mole”, con una mezcla de curiosidad y osadía, comenzó a entrevistar a grandes artistas para indagar en su proceso creativo y el sentido social de su obra. Así comenzó su carrera periodística que se ha caracterizado por reflejar el sentir de la gente común.

En 1968, el diario Novedades se negó a publicar su reportaje sobre la masacre del 2 de octubre. Ese material se convirtió en el libro La noche de Tlatelolco (1971), por el que se le otorgó el Premio Xavier Villaurrutia, presea que rechazó pues considera que esa fecha debería conmemorarse oficialmente como luto nacional.

Ha compaginado su labor periodística con la literatura, tocando casi todos los géneros: novela, cuento, poesía, ensayo, crónica, teatro y textos para niños. En su obra destacan las historias de mujeres como: Tinísima (1991) —sobre la vida de la fotógrafa italiana Tina Modotti—, Las soldaderas (1999) o Leonora (2014) —retrato de Leonora Carrington—.

En el año 2013 recibió el Premio Cervantes y se convirtió en la primera mujer mexicana y la cuarta en la historia del premio en recibir este galardón

© Nacho López / Secretaría de Cultura-INAH
Pozole

El pozole es un caldo preparado con maíz cacahuazintle, carne y chile, que se acompaña con cebolla, lechuga y rábanos, picados. Es el platillo por excelencia de las celebraciones patrias, aunque también desde su origen prehispánico se le ha vinculado con las grandes festividades.

Según lo descrito por fray Bernardino de Sahagún en Historia general de las cosas de la Nueva España, durante los ritos en honor al dios Xipe Tótec —el señor desollado, dios de la regeneración, del maíz y de la tierra— al emperador Moctezuma se le servía un plato con el muslo de un hombre sacrificado, hervido con maíz. A ese plato ritual lo llamaban tlacatlaolli y es el antecedente del pozole, nombre derivado del náhuatl pozolli, que significa “hervido” o “espumoso”.

En la actualidad se prepara tradicionalmente con carne de cerdo, aunque también hay estados de la república en donde lo prefieren con pollo e incluso con sardina o camarón.

Existe el pozole blanco, que se acompaña de salsas a base de tomate o jitomate, o el pozole condimentado, sazonado durante la cocción, de color verde o rojo, según sus ingredientes. Ambos se pueden condimentar con orégano y limón.

© Paola González Vargas
Carlos Prieto

Como Rostropovich, Carlos Prieto es un auténtico paladín del violonchelo.39
Yo-Yo Ma

Carlos Prieto (Ciudad de México, 1937) tiene el espíritu de un hombre renacentista: es ingeniero y economista —egresado del MIT—, diplomático, investigador, escritor, académico y uno de los chelistas más respetados en el mundo.

Comenzó a tocar el violonchelo a los cuatro años, pero su aprendizaje empezó antes, en el vientre materno; desde donde escuchó los ensayos del cuarteto de cuerdas conformado por sus padres, su abuelo y su tío. Cuenta que desde ese momento su madre decidió que él sería violonchelista.

Es un incansable promotor de los compositores mexicanos y latinoamericanos; gracias a su iniciativa se han escrito incontables obras para chelo, las cuales ha presentado en las salas más prestigiosas alrededor del mundo y con orquestas como la Royal Philharmonic de Londres, la American Symphony Orchestra en Nueva York, la Moscow Chamber Orchestra, la Berlin Symphony Orchestra, la Spanish National Orchestra, entre muchas otras.

Es el único músico inscrito en la Academia Mexicana de la Lengua, reconocido por su labor como investigador y autor de más de diez libros, entre los que se cuentan: Las aventuras de un violonchelo (2011) y Por la milenaria China. Historia, vivencias y comentarios (2009), prologado por Yo-Yo Ma. Sus obras han sido traducidas al inglés, ruso y portugués.

Preservando la tradición centenaria del cuarteto de cuerdas familiar, forma parte del tercer Cuarteto Prieto, junto a su hermano Juan Luis y sus hijos, los violinistas, Juan Luis Jr. y Carlos Miguel Prieto —quien además es considerado el principal director de orquesta mexicano de su generación, nombrado Director de Año 2019 por Musical America—.

Recuperado de http://www.carlosprieto.com/bioS.html
Carlos Prieto
Cortesía de la Familia Prieto
Rodrigo Prieto

Rodrigo Prieto (Ciudad de México, 1965) es uno de los fotógrafos de cine mexicanos más destacados de su generación, cuyo trabajo se define por su constante innovación en la técnica y por el desarrollo de un mundo visual versátil y discreto.

Su talento para transitar entre géneros y estilos le ha permitido descifrar la mirada de directores tan diferentes entre sí como Francis Lawrence, Curtis Hanson Pedro Almodóvar o Spike Lee.

Ha colaborado en más de treinta películas, entre los que destacan: Los abrazos rotos (2009), de Pedro Almodóvar, y The Wolf of Wall Street (2013), de Martin Scorsese. Como director de fotografía fue nominado al Óscar por su trabajo en Brokeback Mountain (2006), dirigida por Ang Lee; Silence (2017), de Martin Scorsese, y tambien al BAFTA por Babel (2006), de Alejandro González Iñárritu.

Rodrigo Prieto, Guillermo Navarro y Emmanuel Lubezki pertenecen a un grupo de destacados cineastas que en la década de los noventa redefinieron el cine mexicano y que, con el paso de los años, han consolidado sus trayectorias dentro del cine mundial con estilos inigualables.

Rodrigo Prieto
Secretaría de Cultura-INAH

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