Los intereses de Felipe Ehrenberg (Ciudad de México, 1943–Ahuatepec, Morelos, 2017) se desplazaban naturalmente de la gráfica a la palabra, del video al performance y de las galerías —o las aulas— a la calle.
Fue pintor, escultor, grabador, activista, profesor, diplomático, editor, autor, pionero de la técnica neográfica, de la mimeografía y el performance.
En Inglaterra fundó los colectivos artísticos Beau Geste Press y Polygonal Workshop, con los que apoyó el arte experimental y el neodadaismo. En México ayudó a fundar el colectivo Tepito Arte Acá, donde no solamente creaba y enseñaba sino que, después del terremoto de 1985, se volcó en la coordinación de un programa para reconstruir los barrios de Tepito y San Jacinto, en la Ciudad de México.
Por sus esfuerzos se le concedió la medalla Roque Dalton del Consejo de Cooperación de la Cultura y la Ciencia, en El Salvador, en 1987. Entre otros reconocimientos recibió la Beca Guggenheim en 1976 y el Premio Femirama, en Buenos Aires, en 1968. En 1990 participó como artista residente en Nexus Press, Atlanta, donde diseñó y produjo su libro-objeto, el Codex Aeroscriptus Ehrenbergensis.
“El Chavo del ocho” es una de las series de televisión más influyentes y populares de Latinoamérica. Creada por el actor, escritor, productor y compositor musical Roberto Gómez Bolaños, conocido como “Chespirito”, se emitió por primera vez el 20 de junio de 1971. Debe su nombre a la señal donde se transmitió: el canal 8, de Televisión Independiente de México, que era dirigida por don Joaquín Vargas Gómez y más tarde fue absorbido por Televisa.
Permaneció al aire por 20 años consecutivos, durante los cuales sus personajes: El Chavo —Roberto Gómez Bolaños—, la Chilindrina —María Antonieta de las Nieves—, Quico —Carlos Villagrán—, don Ramón —Ramón Valdés—, doña Florinda —Florinda Meza—, el profesor Jirafales —Rubén Aguirre—, el señor Barriga —Edgar Vivar—, la Bruja del 71 —Angelines Fernández— y Jaimito, “el cartero” —Raúl “Chato” Padilla—, vivieron gracias y desgracias dentro de una vecindad. Algunas de sus frases como “Fue sin querer, queriendo” y “Es que no me tienen paciencia”, entre muchas otras, se arraigaron a la cultura latinoamericana.
Se calcula que en su momento cumbre fue vista por 350 millones de telespectadores a la semana. Fue doblada a más de 50 idiomas y llegó a países como China, Japón, Grecia, Marruecos y Tailandia. Las repeticiones de sus capítulos originales y la versión de “El Chavo animado” se siguen transmitiendo en más de 20 países.
Narrador, poeta, ensayista, traductor y crítico literario, Salvador Elizondo (Ciudad de México, 1932−2006) es uno de los escritores más originales y vanguardistas de su época. El narrador Daniel Sada lo describió como “el autor más inclasificable de la narrativa mexicana”.
En 1965 recibió el premio Xavier Villaurrutia por Farabeuf o la crónica de un instante, piedra fundacional de uno de los proyectos literarios más ambiciosos de las letras mexicanas. En ella se reveló un estilo que llevó al límite los experimentos formales para profundizar sobre temas lingüísticos y filosóficos, la vida interior y la construcción de la propia realidad.
A esta primera novela le siguieron El hipogeo secreto (1968), El retrato de Zoe y otras mentiras (1969) y El grafógrafo (1972), entre otros, además de sus Diarios y más de cien cuadernos en donde incluyó textos, dibujos, fotografías, chistes y reflexiones.
En 1976 ingresó como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional, donde fue becario fundador. También recibió apoyo de la Fundación Ford para cursar estudios en Nueva York y San Francisco, así como de la Fundación Guggenheim. En 1990 recibió el Premio Nacional de Literatura.
Las enchiladas son un plato hecho a base de tortillas suaves de maíz, ligeramente freídas, enrolladas en forma de cilindro o dobladas por la mitad y cubiertas con salsa o mole; por lo general están rellenas con carne, pollo o queso.
Es una de las especialidades más populares de México. Existen versiones distintas por cada región del país, que varían en tipo de salsa y preparación, aunque las más populares son las enchiladas verdes, las rojas y las cubiertas de mole, adornadas con aros de cebolla, crema y queso rallado.
En la Ciudad de México son especialmente populares las enchiladas suizas, con salsa verde y rellenas de pollo, gratinadas al horno. En el Bajío son típicas las enchildas mineras, con chile guajillo y un toque de orégano y comino; o las ilustradas, cuya salsa se prepara con chiles anchos, semilla de cilantro, clavo y canela molida, entre otros ingredientes.
En Oaxaca se preparan las de mole negro y las estilo Totolapam, también llamadas “de coloradito”; mientras que en la Huasteca la especialidad son las potosinas, en cuya preparación primero se enchila la masa con la que se prepara la tortilla. La receta tiene tantas variaciones que se podría realizar un recorrido culinario por todos los estados del país y encontrar diversos tipos de enchiladas
en cada uno.
La ensalada César es un plato infaltable en el repertorio de los menús de los restaurantes más importantes de cocina internacional. Se elabora a base de lechuga y trozos de pan tostado, aderezados con una mezcla de ajo, anchoas, huevo duro, aceite de oliva, y queso parmesano. Aunque sobre su origen se cuentan diversas historias, oficialmente se sabe que nació en Tijuana, Baja California, en 1924, y se le atribuye su paternidad a los hermanos César y Álex Cardini.
Según la versión más difundida, un 4 de julio de 1924, César Cardini atendía a una gran cantidad de clientes en el restaurante del Hotel Caesar’s cuando se agotaron los suministros de la cocina, por lo que tuvo que improvisar y con lo poco que encontró en las alacenas creó una sencilla pero deliciosa ensalada que enamoró a los comensales.
Otra de las historias cuenta que la madre de los Cardini ya preparaba una ensalada similar con queso y pan, conocida en su pueblo natal en Italia, cerca del lago Maggiore.
La Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (CANIRAC) afirma que la receta es derivación de una receta austriaca traída a México por Libio Santini, quien fuera ayudante de cocinero en el restaurante Caesar’s.
Más allá de la polémica de su origen, la ensalada César viajó de Tijuana al mundo y aunque su receta ha sido modificada con el paso del tiempo para incluirle trozos de carne de pollo, tocino u otros ingredientes, su esencia sigue intacta.
De acuerdo con Diana Kennedy, quien recuperó la receta preparada por Álex Cardini, el platillo originalmente se prepara con rebanadas de pan tostadas en horno y untadas con una mezcla de ajo machacado con anchoas y aceite de oliva; las hojas enteras de lechuga romana se mezclan con yema de huevo pasada por agua caliente, jugo de limón, salsa inglesa, queso parmesano rallado, sal y pimienta, y todo se mezcla hasta que queda bien integrado.
Frida Escobedo (Ciudad de México, 1979) es una de las jóvenes promesas más celebradas de la arquitectura mexicana. Luego de estudiar en Harvard un posgrado en arte, diseño y espacio público, dirige su propio despacho desde el año 2003.
Entre otras distinciones, fue ganadora del Young Architects Forum (2009), otorgado por la Architectural Association de Nueva York; fue una de los tres finalistas del Rolex-Mentor Protégé Award (2013); ese mismo año fue invitada a participar en la Trienal de Arquitectura de Lisboa y nominada para el Arc Vision Prize for Women; participó en la XIV Bienal de Arquitectura de Venecia, dentro del Pabellón de Suiza, y fue ganadora del Premio Panorama de Obras de la IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo en Argentina (2014). Su trabajo fue exhibido en el Victoria and Albert Museum de Londres y en la Bienal de Arquitectura de Chicago (2015).
Entre sus proyectos más destacados se incluye la restauración de La Tallera, en Cuernavaca, Morelos (2010), un edificio de invaluable valor simbólico, creado en los años sesenta por David Alfaro Siqueiros; la Plaza Cívica en la Trienal de Arquitectura de Lisboa (2013) y su intervención en el Museo Victoria and Albert, en Londres (2015). Fue la primera mujer mexicana y segunda mujer en el mundo elegida para diseñar Serpentine Pavillion en Londres (2018).
Helen Escobedo (Ciudad de México, 1934–2010) es recordada como una pieza fundamental en el desarrollo del ámbito cultural y museográfico de nuestro país. Con una visión adelantada a su tiempo y una auténtica pasión por el quehacer artístico, persiguió la expansión de los espacios del arte desde todas las trincheras, pues fue escultora, diseñadora, museógrafa, divulgadora y directora de museos.
Precursora del arte urbano, viajó por varios países explorando el carácter renovador de la impermanencia: la naturaleza social y política del arte a través de instalaciones efímeras, creadas con un equipo de trabajo y materiales encontrados en cada lugar para exponer necesidades, esencias y problemas locales, ya sea en Tijuana, San Francisco, Nueva Zelanda, Cuba, Jerusalén, Londres o Praga.
En 1997 intervino un parque de Hamburgo, Alemania, con 101 figuras hechas de paja y tela que se dirigían a la estación de trenes de la misma forma que la comunidad judía en la época nazi. Así nació Refugiados, serie a la que le siguieron Éxodos y Los Mojados, intervenciones que evocaron el fenómeno de la migración en distintas culturas.
Entre sus obras de naturaleza permanente tomó parte en la creación colectiva del Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria; incluso en la Ruta de la amistad, en la Ciudad de México, se
puede apreciar su escultura “Puertas al viento”.
Hecho a base de maíz, el esquiate es un alimento todo terreno: podría considerarse una bebida o una sopa que quita el hambre y la sed, a la vez que nutre. Los rarámuris de la Sierra tarahumara lo toman diariamente y les provee la energía suficiente para recorrer decenas de kilómetros sin parar, día y noche.
Las mujeres tarahumaras desgranan el maíz —principalmente de las razas cristalino blanco, cristalino amarillo, azul o reventador de Chihuahua— y lo ponen a calentar con arena de arroyo en una olla de barro llamada “esquitera”, hasta que el maíz se revienta en forma de palomita, a la que llaman “esquite”. Del esquite molido en el metate sacan el pinole que consumen seco, cuando a éste se le agrega agua durante la molienda obtienen el esquiate que se puede tomar solo, como bebida, o acompañado de flores o quelites como una sopa.
Gracias a la notoriedad que los corredores tarahumaras han adquirido como los mejores del mundo, el esquiate ha llamado la atención, impulsando el consumo del pinole como un superalimento entre la comunidad deportiva.