Nn Archives - Origen México
Libro Nn A,B,C
Nardos

El nardo es una de las flores mexicanas más reconocidas en el mundo por su intenso perfume, el cual es capaz de destilar durante horas y cuyo aroma es tan penetrante que en alguna época incluso llegó a ser considerado un narcótico con el que las mujeres podían embriagar a los hombres.

Los aztecas lo llamaron omixochitl o “flor de hueso”, aunque también era conocida como amole, pues se usaba como sustituto de jabón por sus propiedades antibacterianas. Se trata de una planta bulbosa, herbácea y perenne; su tallo floral puede alcanzar más de un metro de altura y sus flores, agrupadas en una inflorescencia con forma de espiga, despiden un olor que se intensifica al caer la noche.

En el año 1594 fue llevado a España por Simón de Tovar, el fundador del primer jardín botánico de Sevilla. Tiempo después, su cultivo se extendió en Holanda, Italia y Francia, donde se ha destacado como un ingrediente de lujo para la perfumería.

© Paola González Vargas
Nixtamalización

Del náhuatl nixtli (cenizas) y tamalli (masa), es el proceso de cocción del grano de maíz con agua y cal viva. La nixtamalización vuelve más asimilables los nutrientes del maíz, aporta el color y sabor característico a nuestras tortillas y mejora el valor nutricional del maíz para su consumo humano, agregándole nutrientes valiosos como el calcio, la rivoflavina y la niacina. La transformación del maíz en masa y después en tortillas — o alguna otra de sus innumerables formas— no sería posible sin la textura y las cualidades que le confiere la nixtamalización.

En Teotihuacán se encontraron cazuelas para preparar el nixtamal que datan del siglo IV de la era cristiana, pero el conocimiento de este proceso se ha transmitido de generación en generación conservándolo hasta nuestros días. Es, sin duda, la tecnología prehispánica más importante.

Archivo Proceso
Nochebuena

Este arbusto de hojas que cambian de color durante el invierno — haciéndolas parecer una flor — es un símbolo de la Navidad alrededor del mundo, pero sobre todo en México, donde las celebraciones de invierno son inconcebibles sin su presencia.

Desde su origen, la nochebuena fue una planta de ornato muy apreciada por los aztecas. Ocupó un lugar especial en los jardines de Nezahualcóyotl y Moctezuma, en donde era conocida como cuetlaxóchitl (flor color de fuego). También la empleaban con fines medicinales para quitar mezquinos y verrugas, entre otros padecimientos cutáneos.

En el siglo XVII fue bautizada por los monjes franciscanos como “flor de noche buena” o “flor de Pascua”, pues adornaban con ella los altares de los primeros templos, las procesiones conmemorativas de la Navidad y la fiesta del Santo Pesebre.

Su gran divulgador fue Joel R. Poinsett, embajador de Estados Unidos en México, quien al comienzo del siglo XIX la envió como presente diplomático a varias partes del mundo. Gracias a esto se convirtió en una de las diez plantas en maceta más vendidas en Europa y Estados Unidos, en donde se les conoce como Poinsettias.

© Luis Salmerón
Nopal

 

 

 

En la descripción de sus descubrimientos en la Nueva España, el cronista fray Bernardino de Sahagún habla de una variedad de árboles “monstruosos”, cuyas hojas y frutos comestibles forman parte de la alimentación de los indígenas. Se refiere al nopalli, planta de la familia de las cactáceas, sagrada para los aztecas por considerar que sus raíces conectaban con el inframundo y las tunas, también llamadas “corazones sagrados”, con el cielo.

Este ingrediente ancestral es un elemento imprescindible de la gastronomía y el paisaje mexicano. Es un ícono de nuestra identidad, inmortalizado en el Escudo Nacional gracias a la leyenda de la fundación de la gran México-Tenochtitlán, el lugar en donde los aztecas encontraron al águila devorando a la serpiente sobre un nopal.

Secretaría de Cultura-INAH
Enrique Norten

El nombre de Enrique Norten (Ciudad de México, 1954) es uno de los más reconocidos del ámbito contemporáneo, sinónimo del movimiento de renovación arquitectónica en México y Norteamérica.

Desde su óptica, la arquitectura debe ser audaz y, sobre todo, representar el momento histórico en el que se inscribe, encontrando un equilibrio entre los materiales rudos y la tecnología. Descarta la idea del edificio como arte, aunque considera que si un edificio tiene la capacidad de emocionar o sorprender sin artificios, entonces adquiere automáticamente ese grado.

Con oficinas en la Ciudad de México y Nueva York, a través de su firma TEN Arquitectos —fundada en 1986—, ha participado en cientos de proyectos de diversa escala y tipología, incluyendo el diseño de muebles; casas unifamiliares; edificios residenciales, culturales e institucionales, así como paisajismo y planes maestros.

Entre sus proyectos destacados se pueden mencionar el Museo Amparo, en Puebla; la renovación de la Biblioteca Pública de Nueva York; el Centro Cultural Álvaro Carrillo, en Oaxaca, y los hoteles Habita, en la Ciudad de México y Nueva York.

Entre los múltiples premios que ha recibido a lo largo de su carrera, en 2005 le fue otorgado el Premio Mundial de Artes Leonardo da Vinci del Consejo Cultural Mundial; fue el primer ganador del premio Mies van der Rohe de Arquitectura Latinoamericana en 1998 y en 2011 obtuvo el International Award por la Sociedad Americana de Arquitectos Registrados.

© Michel Moran / Cortesía TEN Arquitectos
Número cero

El cero es una abstracción para darle valor al vacío que solo lograron dos culturas en la humanidad: la hindú y la maya. Según refiere el investigador y divulgador de la matemática maya, Fernando Magaña, las evidencias indican que este descubrimiento fue realizado por separado y que los mayas se anticiparon a los hindúes por poco más de seiscientos años.36

El uso posicional del signo cero fue introducido por el matemático hindú Brahmagupta, alrededor del siglo VI, por lo que se considera a la civilización hindú como la cuna del “cero evolucionado”, aunque en América los mayas ya habían hecho lo propio.

En la matemática maya, basada en el sistema vigesimal, el símbolo del cero era representado con el dibujo de un caracol (o semilla), una mano bajo una espiral o una cara cubierta por una mano. Estos fueron los primeros usos documentados del cero en nuestro continente.

Por desgracia, muchos de los avanzados conocimientos mayas sobre astronomía, matemáticas, arquitectura y otras áreas, se perdieron cuando los misioneros españoles incineraron toneladas de manuscritos en un auto de fe; por fortuna, la enseñanza del sistema matemático maya está siendo divulgada en Yucatán y fuera de México en países como Italia o España, como un conocimiento que no solo explica un sistema numérico, sino que desarrolla una estructura de pensamiento que expande la capacidad analítica en quienes la estudian.

Magaña, L.F. Las matemáticas y los mayas. Recuperado de http://www.ejournal.unam.mx/cns/no19/CNS01904.pdf

POR CADA LIBRO VENDIDO FUNDACIÓN BECAR PATROCINA LOS ESTUDIOS DE UN NIÑO POR UN MES