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Manuel Felguérez

Es un artista nacido en Valparaíso, Zacatecas, en 1928; pionero del arte abstracto en nuestro país y un integrante fundamental de la Generación de la Ruptura, movimiento de artistas abstractos abiertamente confrontado con la tradición nacionalista de la Escuela Mexicana de Pintura.

Realizó estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM; en la Academia de la Grande Chaumier y en la Academia Colarossi, ambas en París.

Felguérez se inició en la vida artística como escultor en París, siendo discípulo del cubista Ossip Zadkine. Realizó su primera exposición individual en el Instituto Francés de América Latina de la Ciudad de México en 1954 y en 1955 obtuvo su primer premio de escultura en la Casa de México en París.

Su producción pictórica y escultórica es vasta y se encuentra diseminada en museos y colecciones particulares de México y del extranjero, también ha realizado más de 50 murales y esculturas en espacios públicos. Como un reconocimiento a su trayectoria y aportación artística, en 1998 se fundó el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, en Zacatecas, cuyo acervo, en buena parte, fue donado por el propio artista.

En su trayectoria ha recibido como distinciones la Beca del gobierno francés (1954); el Segundo Premio de Pintura en la Primera Trienal de Nueva Delhi, India (1968); el Gran Premio de Honor en la XIII Bienal de Sao Paulo, Brasil (1975); la Beca Guggenheim (1975); y el Premio Nacional de Artes, México (1988).

Secretaría de Cultura-INBAL
Manuel Felguérez
Colección Femsa
María Félix

Considerada como una de las mujeres más bellas del mundo, la actriz María Félix (Álamos, Sonora, 1914– Ciudad de México, 2002) se destacó por su imponente personalidad dentro y fuera de la pantalla grande.

Debutó en la película El Peñón de las ánimas (1942), que marcó el inicio de una exitosa trayectoria cinematográfica que comprendió 47 películas filmadas en Italia, México, España, Francia y Argentina, entre las que destacan Tizoc (1957), La bandida (1963) y Doña Bárbara (1943), por la que sería recordada como La Doña.

Hay quienes afirman que el close up se inventó con el famoso acercamiento que el fotógrafo Gabriel Figueroa realizó a sus ojos en la película Enamorada (1946).

El recuerdo de la gran diva mexicana del cine sigue vigente, inmortalizado en el séptimo arte, en sus polémicas entrevistas y en la música, a través de la canción María bonita compuesta por Agustín Lara, quien fuera su esposo.

Cortesía Familia Gavaldón
Emilio "El Indio" Fernández

Arraigado en la cultura nacionalista posrevolucionaria, Emilio Fernández Romo (Mineral del Hondo, Coahuila, 1904–Ciudad de México, 1986), mejor conocido como “El Indio” se consolidó como uno de los cineastas fundamentales de la Época de Oro del cine mexicano, quien solía afirmar sin reparo: “Sólo existe un México, el que yo inventé”.

Muy joven se enroló en las tropas de la rebelión delahuertista que luchaban contra el gobierno de Álvaro Obregón. Fue apresado, pero no por mucho tiempo, porque logró darse a la fuga y llegar hasta Estados Unidos.

Durante su exilio vivió en Los Ángeles, donde trabajó como extra y doble de estrellas en Hollywood. Cuentan que durante esta época posó como modelo para la estatuilla del Oscar por invitación de su amiga Dolores del Río, quien consideró que su físico era ideal para la escultura que le habían encargado a su esposo, el director de arte Cedric Gibbons.

A su regreso a México y con la influencia de Sergei Eisenstein comenzó una carrera cinematográfica que abarcó más de 120 cintas en las que se desempeñó como actor, director y guionista, entre ellas: María Candelaria y Flor Silvestre, protagonizadas por Dolores de Río (1943); La perla, primera película en lengua hispanohablante merecedora de un Globo de Oro (1945) y Enamorada, una de las cintas más conocidas del cine nacional que se estrenó en 1946 y que en el año 2019 fue presentada por el director Martin Scorsese en una función especial dentro del Festival de Cannes.

Filmoteca UNAM
Gabriel Figueroa

Al fotógrafo Gabriel Figueroa (Ciudad de México, 1907-1997) se le ha concedido la calidad de gloria de la industria cinematográfica mexicana, ya que su óptica compuso un lenguaje de claroscuros que definió la imagen idealizada de México y da fondo a nuestra memoria e identidad.

Cuentan que Diego Rivera lo nombró “el cuarto muralista”, pues logró encontrar en la pantalla un nuevo soporte desde el cual los “murales ambulantes” fusionaron su perspectiva con inspiraciones tomadas de la obra de José Guadalupe Posada, Leopoldo Méndez, José Clemente Orozco, Manuel Álvarez Bravo, Tina Modotti, y otros grandes pintores y fotógrafos de la época, representantes del Taller de Gráfica Popular y del movimiento preocupado por construir la idea misma de lo nacional a través de la actividad artística.

La primera película que registró su crédito como co-fotógrafo fue ¡Que Viva México! (1932), obra de Sergei Eisenstein, en la que colaboró con Eduard Tisse, una de sus mayores influencias.

Su filmografía incluye 210 títulos, realizados en poco más de cincuenta años de trayectoria, en los que colaboró con directores como “El Indio” Fernández, Luis Buñuel y Roberto Gavaldón, en cintas que continúan siendo un referente como María Candelaria (1943), Enamorada (1946), Los olvidados (1950), El rebozo de Soledad (1952) y Macario (1960)

Gabriel Figueroa
© Gabriel Figueroa
Flotador / José Antonio Alzate

José Antonio Alzate y Ramírez (Ozumba, Estado de México, 1737−1799) fue uno de los más distinguidos polímatas de su tiempo que inventó, en 1790, el “obturador automático flotante”, mejor conocido como flotador.

A finales del siglo XVII, el desperdicio de agua representaba un grave problema para la antigua Ciudad de México, por las grandes cantidades que se derramaban de las fuentes al no tener un sistema que las cerrara cuando estaban llenas. La solución fue este sencillo aparato que controla la salida de líquido de un contenedor para evitar su desperdicio. Su uso más común es en los sistemas de baño y los tinacos, que ha permitido el ahorro de millones de litros de agua.

Para rendir homenaje a su inventor, por esta y muchas otras aportaciones en diversos campos, se fundó en 1884 la Sociedad Científica Antonio Alzate, que más tarde se convirtió en la Academia Nacional de Ciencias.

© Gerardo Díaz
Pedro Friedeberg Cortesía del Archivo Pedro Friedeberg

El escultor, diseñador, ilustrador y pintor surrelista Pedro Friedeberg nació en Florencia, Italia, en 1936, pero afirma no haber conocido otra patria que México. Desembarcó en este país con apenas tres años y creció en una casa desvencijada en la colonia San Rafael de la Ciudad de México. Más tarde estudió Arquitectura, pero mientras le enseñaban ángulos y teorías funcionales, él soñaba con la geometría sagrada y la arquitectura orgánico fantástica de Gaudí.

Trabajó una temporada con Mathias Goeritz; no obstante, abandonó el movimiento moderno para unirse a la rebelión del surrealismo junto a Remedios Varo, Edward James, Wolfgang Paalen y otros artistas; aunque solo él y Frida Kahlo fueron reconocidos por André Bretón como parte del movimiento surrealista.19

En 1962 creó la silla mano, que es a la vez una escultura y una curiosa pieza de diseño, realizada originalmente en madera acabada en pan de oro, la cual es reconocida y admirada mundialmente.

No recuerda a ciencia cierta si la inspiración para esta pieza le llegó a través de los fragmentos de un sueño o a través de una estatua romana que vio en el Monte Capitolino, pero de ese mismo lugar surgieron mesas, lámparas, sillones e infinidad de cuadros y piezas artísticas en las que se mezclan ojos, manos, pies y las visiones psicodélicas de su universo creativo, lleno de humor y simbolismo.

Sus exposiciones son incontables y sus memorias “no autorizadas” han quedado inmortalizadas en el libro De vacaciones por la vida que le dictó al poeta José Miguel Cervantes.

Recuperado de http://www.pedrofriedeberg.com/?page_id=49
Frijol

 

 

“Los frijoles amarillos, colorados, blancos y los menuditos, y los que están jaspeados, y otros de muy diversos colores y los que son muy gordos que son como habas, que se dicen en su lengua ayecotli”20, así describe Bernardino de Sahagún la gran variedad de frijoles que encontró en la Nueva España.

El frijol es un símbolo de nuestra identidad nacional y un pilar para la economía del país; junto al chile y al maíz constituyen la gran tríada gastronómica mexicana.

Actualmente se conocen más de 150 variedades de frijol en el mundo. En Francia a todos los tipos de frijoles se les denomina haricot, haciendo referencia al ayecotli.

Desde tiempos prehispánicos el frijol se consume aprovechando todos los ciclos de vida de la planta: sus plántulas son comidas como quelites, al igual que los ejotes —vainas inmaduras— y el grano maduro cocido.

De Sahagún, B. (2011). Historia General de las cosas de la Nueva España, tomo II. (p. 85). Barcelona: Red Ediciones. Recuperado de https://linkgua-digital.com/producto/ historia-general-de-las-cosas-de-la-nueva-espana-ii/
© Paola González Vargas
Carlos Fuentes

Carlos Fuentes (1928–2012) fue un escritor y diplomático cuyo nombre se cuenta entre los principales representantes del boom latinoamericano, fenómeno literario surgido en las décadas de los años cincuenta y sesenta, que incluyó a escritores como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.

Esta explosión de narrativa joven desafió las convenciones establecidas de la literatura latinoamericana de la época y provocó el florecimiento de un sentido estético propio, con un manejo libre del lenguaje y la temática, que respondió a la influencia política y social de la actualidad de cada país de sus representantes.

En este contexto, Fuentes fue bien recibido desde la publicación de  La región más transparente (1958), su primera novela; más tarde, Aura y La muerte de Artemio Cruz (1962) se consolidaron como dos de las más importantes novelas de la literatura mexicana. Es autor de 20 novelas, múltiples ensayos, cuentos, obras de teatro y guiones cinematográficos.

Por el brillante desarrollo de su carrera, los premios fueron una constante en su vida literaria. Además de varias medallas y condecoraciones, obtuvo más de 20 doctorados honoris causa concedidos por varias universidades —entre ellas Harvard, Cambridge y la Universidad Nacional Autónoma de México—, además de recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (México, 1984), el Premio Cervantes (España, 1987), el Príncipe de Asturias de las Letras (España, 1994) y el Premio Internacional Grizane Cavour (1994), entre muchos otros.

© Paola González Vargas

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