“El poema del Popol Vuh narra que cuando los dioses dieron origen a la tierra decidieron crear al hombre y para su hechura, probaron primero con barro, pero aquel hombre carecía de fuerza, asi que experimentaron después con el maíz y gracias al grano divino tuvo la fuerza e inteligencia suficientes para poblar al mundo”
El maíz es el máximo obsequio que México le ha dado al mundo. Gracias a su importancia social, económica y cultural, es el cultivo más representativo del país y su consumo está íntimamente ligado a la historia, tradiciones y gastronomía mexicanas, tanto por su alto valor nutricional, como por su versatilidad e importantes propiedades curativas.
Todo comenzó con el Teocintle, semilla silvestre del maíz que fue domesticada hace apróximadamente ocho mil años y cuyos vestigios más antiguos fueron encontrados en Tehuacán, Puebla. Solo en América Latina se han clasificado aproximadamente 220 razas de maíz, de las cuales 64 se producen en México y 59 son exclusivas del país.
Las variantes de su uso son incontables: se puede comer el elote completo (cocido o asado); desgranado, como esquites o en platillos como la sopa de elote o el pozole, hecho de maíz caca- huazintle. Del grano molido se hace la masa de la que nacen las tortillas, sopes y demás variantes.
El hongo que crece en el maíz es conocido como huitlacoche, “manjar de los dioses”. La espiga sirve para hacer atoles y tamales —que son envueltos en hoja de milpa, hoja de maíz o totomoxtle—. Los “pelos” del elote se utilzan para combatir enfermedades del riñón. Los granos secos de la mazorca son considerados “sabios”, por eso se utilizan en ritos ceremoniales y para la adivinación.