En 1982, el embajador emérito Alfonso García Robles (Zamora de Hidalgo, 1911−Ciudad de México, 1991) se convirtió en el primer mexicano en recibir un Premio Nobel al ser reconocido en la categoría de Paz junto a la diplomática sueca Alva Myrdal, por sus notables contribuciones a la tarea de informar a la opinión mundial sobre los problemas de armamentos.
Siendo presidente de la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina fue pieza fundamental para el logro de la firma, en 1967, del Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, que prohíbe el desarrollo, la adquisición, el ensayo y el emplazamiento de armas, proclamando a toda esta región como una zona libre de armas nucleares, por lo que se le conoce como “el padre del Acuerdo de Tlatelolco”. Esta iniciativa representó un paso decisivo para la preservación de la paz y la estabilidad internacional.
El estándar que estableció el Tratado de Tlatelolco fue replicado poco a poco en otras regiones del mundo, hasta que en 2017 se logró un compromiso global de
desarme nuclear.
El doctor García Robles recibió condecoraciones de diez países latinoamericanos, europeos, africanos y asiáticos, además de numerosos cargos honoríficos tanto en el país como en el extranjero.